La conocí por el año 2000: joven, soltera, acaudalada, hermosa y exitosa.
Recién había sido nombrada Secretaria General del Sindicato Único Independiente de Trabajadores del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz, SUITCOBAEV. Y desde entonces —18 años al frente del sindicato— se ha mantenido en el poder con un férreo control sobre la base trabajadora que aglutina en sus filas a docentes, administrativos y personal de apoyo.
Todo personal que labora en el Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz, COBAEV, son representados por el SUITCOBAEV, según el sitio electrónico oficial www.suitcobaev.org: Suitcobaev representa con orgullo a los trabajadores, hombres o mujeres, administrativos o docentes, de base o de confianza definitivos (sic), interinos o provisionales.para (sic) garantizar su bienestar.
En 18 años —tres sexenios— la lideresa del SUITCOBAEV pudo tener mantener alejados los reflectores sobre su gestión sindical para “defender” los derechos de los trabajadores agremiados y cobijados bajos sus siglas, según reza el lema del SUIT: “POR LA JUSTICIA Y DIGNIDAD DE LOS TRABAJADORES DEL COBAEV”.
Nada más alejado de la realidad. Puesto que la líder sindical ha beneficiado a familiares, parientes, allegados, amigos y sobre todo a su vástago que goza del nombramiento como profesor de tiempo completo, titular A, con un sueldo cercano a los $40 mil pesos mensuales. A su edad, es poco probable que pueda acreditar un título profesional, no vive en la entidad y tampoco pudo haber desempeñado una labor docente al interior de las aulas del COBAEV.
Lo raro es que las autoridades educativas, tanto veracruzanas como las de la Secretaría de Educación Pública, SEP, o las del Gobierno Federal, —a través de Contraloría— no pudieron detectar un sinnúmero de irregularidades —en su momento— y denunciar en consecuencia para perseguir la configuración de los diversos delitos que concurren en la acción de unos y la omisión de otros.
Si el titular de la educación en Veracruz ha puesto el dedo en la llaga desestabilizando el navío sindical del COBAEV y su lideresa ¿podrá tener la fuerza para proceder penalmente debido a la violación de diversas disposiciones legales en el estado o estará en la espera de que la también diputada plurinominal por el PRI esté maniatada y pueda servir como el peso que incline la balanza en las diversas votaciones del congreso local?
En el 2000, después de ingresar al COBAEV, trabajando bajo condiciones difíciles —aún lo son para muchos ex compañeros— la distancia, las condiciones climatológicas, el contrato colectivo, las prestaciones, y un sinnúmero de situaciones que sólo enfrentan quienes aman la labor de la enseñanza y el aprendizaje, era poco probable que pudieras “quedarte” con una plaza, puesto que delante de ti existe un sagrado escalafón inmaculado en el que se privilegia la antigüedad como un crisol en las filas del magisterio.
Es asombroso pues, que siendo un adolescente, sin título universitario —repito es poco probable— y sin vivir en la entidad, el hijo de la lideresa sindical pueda gozar de los privilegios de la paga, de las prestaciones, de las conquistas sindicales y con un sueldo envidiable para todo aquel que haya iniciado hace más de 18 años en su labor docente.
Lo más grave es que COBAEV es muy quisquilloso y sumamente exigente en su contratación del personal. Para todos los puestos vacantes tienes que acreditar —en su totalidad— los requisitos exigidos y que son cotejados con lupa.
Ignoro qué clase de alquimia ha empleado Ayala Ríos para convertir a su vástago en profesor de tiempo completo, titular A.
Tampoco conozco la asignatura o asignaturas que imparte o si fue sometido al riguroso proceso de permanencia exigido durante la administración anterior. Probablemente Erika Ayala conoce muy bien los caminos y sabe cómo cobrar los favores a un precio muy alto.
Más vergonzoso es que a pesar de los serios señalamientos que existe en contra de la líder de los trabajadores del COBAEV, Erika Ayala Ríos, se mantenga en el cargo sin remordimiento de conciencia. Incluso en una asamblea estatal, tuvo que aclarar que era ingeniero y licenciada. Aún persisten dudas sobre sus títulos universitarios.
Tal parece que el COBAEV se ha convertido en una inmensa pista de aterrizaje. Con tantos aviadores será necesaria una urgente depuración del personal que labora en Colegio de Bachilleres y de quienes, con amenazas, se mantienen en el poder, soslayando y desdeñando a los opositores y congelando a quienes no apoyan sus mezquinos intereses, desde la cúpula sindical hasta la posición más baja y menos importante en las filas del SUIT.
Pero lo más deshonroso no es que Erika Ayala Ríos se perpetúe en el poder.
Infame es que miles de trabajadores sean dirigidos por alguien que sólo ha buscado los dividendos para un grupúsculo que atajan el desarrollo —legal— de más de un agremiado que reverente y creyente en las políticas de su eterna líder, deja pasar y hacer los destinos de los sindicalizados al libero arbitrio de quien asumió el cargo hace más de 18 años.
Tal parece que los trabajadores aglutinados en las filas del SUITCOBAEV son como leones dirigidos por corderos. Ignoro si a pesar de las denuncias, por delitos que rayan en lo legal, o comportamiento fuera de toda normatividad ética, los agremiados puedan exigir un cambio en el rumbo en una institución tan honorable como el Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz.
Si Roberto Zenyazen Escobar, titular de la Secretaría de Educación de Veracruz, SEV, tiene las pruebas en las manos deberá proceder penalmente ya que la actuación de la diputada de representación proporcional del Revolucionario Institucional, puede estar violentando diversas disposiciones legales y sindicales al ostentar dos puestos cuyo sueldo se devenga con el erario público, salario que pagan todos los veracruzanos.
Erika Ayala Ríos debe renunciar al cargo, por los millones de pesos desviados, por ética, por calidad humana, pero antes tiene que corregir —“POR LA JUSTICIA Y DIGNIDAD DE LOS TRABAJADORES DEL COBAEV”— muchas cosas antes de que se vaya, empezando por el sitio electrónico del SUITCOBAEV, principalmente en su redacción y ortografía.
«—Te veo en Xalapa. Me dijo, la última vez que nos vimos.