Nacido en Tijuana, nacido en gaza o nacido en siria.
Me gustaría que Hernán Zin viajara a México y Centroamérica para documentar el viacrucis migrante tal como lo hiciera en sus dos obras magistrales: Nacido en Gaza (Zin, 2014) y Nacido en Siria (Zin, 2016). Obras que tocan de primera mano la situación de la población más vulnerable, los niños, y la retrata de una manera inédita, cruda e inclemente.
Ignoro las razones de Zin para documentar la situación de los niños en Gaza; lo que sí puedo afirmar es que los chavales llevan la peor tajada del pastel en este mundo de confrontaciones y de guerras por razones ideológicas, políticas, económicas, sociales e históricas.
Lo que me destrozó profundamente el alma fue la petición de Hamada, un niño que salió herido, víctima de un bombardeo con misiles lanzados por soldados israelíes. Hamada lanza un llamado a la comunidad internacional de que saquen a los infantes de la franja de Gaza.
Hamada señala que el más afectado de los lesionados por el estallido de los misiles fue Montasem quien sufre el trastorno de estrés postraumático, TEPT, atribuyendo con ello falta de sueño, intentos suicidas, —a raíz de la muerte de sus primos— provocado por el bombardeo perpetrado por el ejército de Israel sólo por estar jugando futbol.
«— […] que nos ayuden. Necesitamos un tratamiento psicológico. Que nos lleven lejos de aquí y nos ayuden. Olvidar lo que pasó. —Afirma Hamada.
Nada puede justificar tener a una población bajo el temor constante de ser víctima o de perecer en cualquier momento. En este tipo de guerra no hay reglas. Se ataca a todos por igual. En Gaza, todo palestino representa una amenaza latente en contra de la estabilidad y paz impuesto por Jerusalén. Los niños son los más afectados y el cineasta argentino Zin, lo retrata de manera extraordinaria.
Mohamed, Ismail, Zakariya y Ahed dan cuenta de ello. Víctimas colaterales de una guerra sin razón.
Así es “Nacido en Gaza”: las casas de una población de más de un millón y medio de personas reducidas a escombros, desempleo, carente de electricidad, agua, sin vivienda y sin medicamentos.
“Nacido en Gaza”, es el reflejo fiel de una guerra sin cuartel en contra de la población más desfavorecida.
Y si “Nacido en Gaza” es desgarrador, el problema presentado en el documental “Nacido en Siria” es doblemente cruel al relatar la travesía efectuada por los desplazados, a raíz de la guerra en Siria.
“Nacido en Siria”, presenta las diferentes facetas de un desplazamiento migratorio a través de diversos países que se ven rebasados y trastornados en la vida cotidiana de sus ciudadanos por la ola migrante, amenazando la paz y seguridad de las naciones europeas, principalmente Bélgica y Alemania, como destinos receptores.
Turquía recobra el papel de la antesala de los países de Europa del este por ser la primera nación receptora y expulsora de migrantes, principalmente de las personas procedentes de Siria.
La difícil tarea de trasladarse a una patria desconocida, en su idioma, en sus leyes, en sus costumbres la realizan los niños, según la visión de la lente de Zin.
Familias desplazadas y desintegradas, familias enteras y menores sin compañía es el relato duro y fiel de “Nacido en Siria”.
Los migrantes se ven atrapados entre Grecia, Bosnia, Sarajevo y Turquía; entre otros países del este de Europa. Durante la travesía se presentan decesos debido al desplazamiento obligado por circunstancias ajenas a las personas. Los más afectados, como siempre, serán los más vulnerables y lo presentado desde la lente de Zin serán, una vez más, los niños. Niños y niñas serán siempre los perdedores ante las ganancias descomunales de los traficantes de personas.
Me gustaría que Zin pudiera visitar Tijuana, recorriera en un viaje de retorno a los lugares de origen de todos los migrantes y rodara “Nacido en Tijuana”.
En Nacido en Tijuana, el cineasta argentino tiene la oportunidad perfecta para retratar, no sólo el dolor de menores no acompañados, sino también la violación flagrante de los derechos del migrante consagrados en los derechos universales del hombre, en el derecho internacional y en los diversos tratados internacionales signados por las naciones miembros.
Así se podría documentar la muerte de Zenaida, asesinada presuntamente por fuerzas federales en la región de Agua Dulce, Veracruz; o la muerte de quienes se ahogan en su intento por cruzar el río Bravo.
La camioneta en la que se trasladaban alrededor de 16 migrantes ilegales, fue atacada a balazos, a la altura del kilómetro 26+500 de la Carretera Federal 180 Villahermosa, a la altura de Agua Dulce, Veracruz. Dos hombres, uno de 25 y otro de 55 años, resultaron heridos de bala y están hospitalizados. Zenaida murió al instante. El resto del grupo huyó al monte, excepto el chofer, quien está desaparecido, así lo consigna el universal.
O probablemente Zin pueda documentar el tráfico de menores con fines de trata a lo largo y ancho del país, situación que no se retrata en sus films de 2014 y 2016. O quizá pueda denunciar la violencia que sufren en su persona los miles de migrantes que buscan llegar a la Alemania en América, para conseguir el sueño americano y ganar los dólares prohibidos en su país de origen, y cambiar —de algún modo— su situación económica.
“Nacido en Tijuana” puede retratar magistralmente las oleadas de migrantes, de quienes buscan afanosamente conseguir asilo político o el estatus de refugiado en un país que ha cerrado sus fronteras y las refuerza con mallas metálicas que se antojan infranqueables, empleando tecnología de punta, o la naturaleza y el clima como último recurso.
“Nacido en Tijuana” puede documentar soberbiamente las violaciones de los derechos humanos perpetrados por los elementos del INM, de los diferentes cuerpos policiacos, y de la omisión de las instituciones de Derechos Humanos diseminados en el país.
“Nacido en Tijuana” debe superar en su denuncia a Gaza o Siria. No en una competencia irrisoria y pueril sino como una ventana objetiva para llamar las cosas como son. Ni migrante ni refugiado, ni asilado. Las necesidades no saben de frontera.
Siempre existe la manera de cruzar cualquier muro obligado por la necesidad para sentirse seguro en un país de suyo desconocido y tener el legítimo derecho de mejorar las condiciones de vida y paliar con ello las carencias de origen.
La pregunta obligada es: si la Unión Europea no ha podido frenar los flujos migratorios ¿Cómo le hará México para detener las caravanas de personas en situación migratoria irregular hacia la unión americana?
En esta columna no se buscó llamar las cosas por su nombre. Se trata de presentar una elección: vida o muerte.
Tal como en Gaza o en Siria.
Así lo habrá pensado Zenaida mucho antes de recibir un disparo en la frente.