Por fin y después de estarla anunciando por varios días, cual si fuera a llegar a equis rancho el circo más famoso de México, el domingo 30 de junio entró en operaciones la Guardia Nacional, cuya presentación en sociedad se hizo en las instalaciones militares del Campo Marte en donde estuvo presente la plana mayor de los tres poderes de la Unión, los treinta y dos gobernadores de igual número de estados que conforman el mapa geográfico de los Estados Unidos Mexicanos, quienes escucharon con atención todos y cada uno de los mensajes que leyeron el Comandante de la pomposamente llamada Guardia Nacional, los secretarios de la Defensa Nacional y Marina, de Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y finalmente del presidente Andrés Manuel López Obrador, sí el mismo personaje que durante su campaña del 2018, prometió juró y perjuró que retiraría a los militares de las calles, para reenviarlos a los cuarteles.
Primera de varias promesas que López Obrador no cumplió, pues en el proceso de transición el entonces presidente electo de México se dio cuenta que por los elevados índices de inseguridad que prevalecen, resultaba verdaderamente difícil dejar desprotegidos a millones de mexicanos que clamaban mayor seguridad, aunado a que quienes votaron por el político tabasqueño hace un año (1° de julio de 2018), le firmaron el cheque en blanco a cambio de contar con la anhelada tranquilidad y paz.
De tal manera que obligado a preservar la seguridad, el gobierno lopezobradorista se tragó sus palabras, olvidó su promesa de devolver a los elementos del Ejército Mexicano e inclusive de la Marina a los cuarteles y a sus respectivas bases navales, no le quedó más remedio que hacer pucheros y crear la Guardia Nacional integrada en su gran mayoría por efectivos de las fuerzas castrenses y marinos que fieles a sus principios con su nueva investidura desde el 30 de junio oficialmente salen a las calles de 151 sectores de los 266 en que fue dividido nuestro país (México), para hacerle frente a quienes forman parte de la llamada delincuencia organizada (cárteles de la droga), que sin menos cabo con inteligencia, organización, estructura humana, material y económica como poder fáctico desafían al gobierno mexicano, que ya no siente lo duro, sino lo tupido cual temporada de lluvias, en que hoy llueve y mañana también.
Con la entrada en operación de la Guardia Nacional, también renace la esperanza de millones de mexicanos, de recuperar la paz y la tranquilidad que el crimen organizado le arrebató al país sobre todo en los últimos doce años y medio, tiempo en el cual miles de personas han muerto de manera violenta, la mayoría de ellos vinculados a los grupos de criminales dedicados al tráfico de enervantes, pero que a su paso dejan a miles de desaparecidos y que además ya cobra la vida de mujeres y niños, de jóvenes que sin recibir la orientación adecuada se unieron a esas bandas de delincuentes ilusionados por hacerse ricos de la noche a la mañana, sin tener que gastarse las neuronas en las aulas, ni gastarse el físico laborando ocho horas o más en una fábrica o en una oficina pública o privada.
Más no echemos las campanas al vuelo, ni seamos ilusos pensando que con la Guardia Nacional de golpe y porrazo quienes viven y actúan al margen de la ley caerán de rodillas, se rendirán y sumisos se pondrán en manos de la justicia terrenal para que los juzguen y castiguen por los graves delitos que cometieron, por el contrario, la lucha será cruenta, ninguno de los dos bandos querrá ceder terreno.
Aunque el predicador AMLO, una y mil veces reitera que la Guardia Nacional actuará con apego a los derechos humanos de los chicos malos, cómo si los chicos malos o malosos como dijo en su momento el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, vayan a recibir con un ramo de rosas a los miembros de la Guardia Nacional, que deberán actuar más con inteligencia que con la fuerza bruta.
Lo peor de todo, que mientras que el gobierno federal anuncia públicamente sus estrategias para combatir la inseguridad, hace circo, maroma y teatro, los autores de la violencia no utilizan discursos mediáticos para actuar, pues son prácticos, cobijados por el sigilo, la impunidad y la corrupción dan golpes certeros en el momento preciso.
Pero como decimos quienes ejercemos el derecho, démosles o consedámosle a la Guardia Nacional el beneficio de la duda, hagamos votos porque este nuevo cuerpo de élite policial logre acabar con el baño de sangre que permea a lo largo y ancho de nuestra también llamada República Mexicana, recordarle a AMLO que esta es su última oportunidad de cumplir con su promesa de acabar con la inseguridad, porque seguramente no habrá otra.
El autor de esta columna ejerce el periodismo desde hace 35 años, es director del portal de internet www.ensaladadeportivabaja.net y Licenciado en Derecho egresado de la Universidad de Tijuana CUT, Campus Altamira.