El eslabón más débil
La noche del lunes 8 de julio pasado fuimos testigos de un hecho poco frecuente en un Congreso. Había trascendido que se preparaba una sesión extraordinaria para llevar a cabo un acto sumamente relevante para la vida política de Baja California. Pronto se revelaría que también lo era para el resto del país y del sistema político. Efectivamente, esa noche los diputados decidían de manera extra rápida la derogación del transitorio octavo de la Constitución local, aprobado en 2014, que establecía: “Para efecto de la concurrencia de la elección de Gobernador del Estado con el proceso electoral federal 2021, el Gobernador electo en el proceso electoral de 2019 iniciará funciones el primero de noviembre de 2019 y concluirá el 31 de octubre de 2021”.
De llevarse a cabo, el gobernador electo, Jaime Bonilla Valdez, gobernaría por 5 años y no por dos, como establecía el transitorio mencionado. Como se trataba de una derogación a un transitorio constitucional se requería la mayoría calificada de los 25 diputados que integran la XXII Legislatura. Esa noche histórica acudieron al recinto legislativo 22 representantes populares. Y tuvo lugar una extraña sesión. El diputado de MORENA, Víctor Manuel Morán Hernández, subió a la tribuna a presentar la iniciativa. La lectura fue muy complicada para el diputado y cuando se encontraba a la mitad del documento solicitó su dispensa de lectura. Enseguida, el presidente del Congreso abrió el debate, pero solamente se inscribió el diputado panista Miguel Osuna Millán y dijo que estaba en contra de la iniciativa. Nadie más, ni a favor o en contra, hizo uso de la palabra.
Los diputados antes que tomar la palabra, querían desaparecer y hurgaban en sus teléfonos o miraban al infinito. Deseaban que todo terminara: su lenguaje corporal era muy elocuente. Habían sido aleccionados para actuar de esa manera. Lo que siguió fue el trámite del voto en una urna. 21 votos a favor de la iniciativa, 1 anulado y ninguno en contra. Así, 9 diputados del PAN, 5 del PRI, 3 de MORENA, 1 del PT, 1 del PRD, 1 de MC y 1 de Transformemos, decidieron que la nueva gubernatura fuera por 5 años.
En el sistema político mexicano no existe el mandato imperativo en virtud del cual los diputados representarían a los ciudadanos y votarían de acuerdo a su mandato. Por el contrario, salvo excepciones, los diputados sufragan según la línea que reciben de su partido. Resulta prácticamente imposible que los diputados hayan decidido libremente su voto. Y no me preocupa el voto de los 3 diputados de MORENA: ellos habían externado su posición favorable respecto a las bondades del alargamiento del periodo. Pero los 14 diputados del PAN y del PRI habían manifestado su rechazo. Si hubieran decidido al margen de la decisión partidista, se habrían dividido los votos a favor y en contra; pero en esta ocasión fue de manera unánime el sufragio favorable.
A las horas de darse la votación, el primero en salir a cuestionar a sus diputados fue el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza, para enseguida hacerlo el dirigente estatal, Javier Gutiérrez Vidal y por último el gobernador, Francisco Kiko Vega quien declaró que no publicaría la reforma constitucional. Y todavía más, este martes trascendió que sometería una controversia constitucional contra la reforma. Otro tanto hicieron el resto de partidos: se lavaron las manos y dejaron solos a los diputados, como si hubieran actuado de manera independiente.
En toda esta historia falta conocer las razones de los diputados para haber actuado como lo hicieron. Pesa sobre ellos el señalamiento de que se vendieron, que son unos corruptos. O los chamaquearon o se corrompieron. O ante el alud de críticas, las dirigencias y el gobernador les cargaron al muertito y les han prometido algo jugoso a cambio de su silencio. Como sabemos, esos sacrificios posteriormente son bien recompensados. Ellos tienen la palabra, información que nos permitirá armar el rompecabezas. Como dicen en mi tierra: “Si no se mandan solos”.