Tras la estrepitosa derrota del Partido Acción Nacional, en la jornada electoral del domingo 2 de junio ante el Movimiento de Regeneración Nacional, que acabaron con treinta años de hegemonía panista en Baja California, dejó como trágico final a un gran número de huérfanos y desempleados que acostumbrados a mamar del presupuesto del PAN-Gobierno, tendrán que buscar por sus propios medios como ganarse el pan con el sudor de su frente como cualquier ciudadano de a pie, aunque no se descarta la posibilidad que varios de esos damnificados que dejó a su paso el tsunami guinda, buscarán cobijo en el nuevo gobierno que por dos años encabezará Jaime Bonilla Valdez.
Acostumbrados a no vivir fuera de la nómina y a no vivir fuera del presupuesto, pues reza la conseja popular que vivir fuera del gobierno es vivir en el error, lo damos por hecho que el 90% de los panistas que quedaron en el total desamparo, en la orfandad y fuera la ubre gubernamental, harán circo maroma y teatro por formar parte del gobierno morenista, no importa traicionar a la causa, pues ahora sí que aplicarán el sabio consejo que “primero están mis dientes, que mis parientes”.
Recordemos que después del gobierno de Ernesto Ruffo Appel, por cierto el primer gobierno del Estado en nuestro país emanado de la oposición, dentro del PAN-Gobierno rápidamente comenzaron a surgir los grupos y las corrientes de poder, que cobraron sus primeras facturas a cambio de apoyar la causa, a tal grado que en el Gobierno de Héctor Terán Terán (q.e.p.d.), aparecieron en los cargos de elección popular y de designación algunos nombres de quienes ocuparon un lugar de bajo perfil en el gabinete legal y ampliado de Ruffo Appel, ya que lo importante era no quedar en el desamparo.
Lo mismo sucedió en las candidaturas a las alcaldías de los cinco municipios, que en los congresos locales de los nacientes sexenios panistas, en los cuales la bonanza política y económica iniciaba a florecer, los frutos de la democracia y del cambio en Baja California de siglas partidistas, brotaban como las flores en primavera, a tal grado que en el sexenio de Eugenio Elorduy Walther, la fuerza de la onda grupera como en su momento la llamó Ernesto Ruffo Appel, dentro de Acción Nacional se multiplicó y se diversificó, pues las corrientes internas en el PAN, tenían nombres y apellidos como los Ruffistas, los Teranistas, y los Elorduistas quienes hasta ese momento con sus leales huestes y dientes muy bien afiliados no permitían que el enemigo entrara, no querían permanecer, ni el olvido, menos en el desempleo.
Pero con la repentina muerte de Héctor Terán Terán, a la mitad de su sexenio, 4 de octubre de 1998, la corriente de los Teranistas liderada por el extinto gobernador, trató de reagruparse, intentó defender su terreno, los huérfanos del corto mandato teranista en las personas de Rodolfo Valdez Gutiérrez y de Francisco Arturo Vega de Lamadrid, el primero Secretario General del Gobierno y el segundo Secretario de Finanzas del Gobierno del Estado de Baja California, hicieron un frente común, lucharon con furor por seguir al frente de la segunda mitad del sexenio del llamado “Caballero de la Política”, para no dejar en el abandono a fieles seguidores.
Objetivo que ni Valdez Gutiérrez, ni Vega de Lamadrid, consiguieron debido a que se les cruzó en el camino Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, entonces dirigente nacional del PAN, quien pactó la sucesión de Terán Terán con el también entonces presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, acuerdo del cual salió ungido como Gobernador del Estado Sustituto o Interino, el panista Alejandro González Alcocer, quien formaba parte de la corriente tradicionalista (doctrinaria) del partido Blanquiazul, corriente que poco duró en el poder.
Con la cruenta lucha de poder al interior del partido gobernante en Baja California, asumió el mando el grupo “elorduista” que en sus seis años no permitió el paso de quienes no fueron afines al grupo de Elordy Walther, salvo en raras excepciones en virtud a los acuerdos y amarres que el también ex Alcalde de Mexicali, hizo para poder acceder a la gubernatura de Baja California como el tercer Gobernador emanado del todavía poderoso Partido Acción Nacional, por tal motivo la chuleta la tenían asegurada quienes ya se habían acostumbrado a vivir del erario público sin trabajar demasiado.
Sin imaginar que la joya de la preciada corona que conquistaron el 2 de julio de 1989 con Ernesto Ruffo Appel les sería arrebatada algún día, los dirigentes nacionales, estatales y municipales de Acción Nacional en Baja California, incurrieron en las viejas prácticas que tanto le criticaron al Partido Revolucionario Institucional, eligieron a sus nuevos candidatos a un cargo de elección popular, fue así que surgieron las corrientes de los dos últimos gobernadores José Guadalupe Osuna Millán y Francisco Arturo Vega de Lamadrid, quienes con base en el voto de la nómina e igualmente con el pago de facturas entre las corrientes y grupos a nivel Estado como en cada municipio alcanzaron su objetivo, alejándose cada vez más de los principios y doctrina de Acción Nacional.
Pero como no hay mal que dure cien años, ni cabezón que los aguante la mayoría del 29.0% que sufragaron el 2 de junio por Jaime Bonilla Valdez, candidato a la gubernatura de Baja California por la Coalición Juntos Haremos Historia, pusieron un trágico y triste final a treinta años de paternidad panista, dejó como huérfanos y damnificados a un numeroso de albiazules, que por tres décadas vivieron, gozaron y disfrutaron de las miles del poder, a cambio de vender su voto al mejor postor con tal de no formar parte de la Reserva Nacional de Talentos, de no quedar en el desamparo, de ocupar un cargo de quinta en los gobiernos estatales, municipales y en el Congreso del Estado.
El autor de esta columna es periodista desde hace treinta y cinco años, es director del portal de internet www.ensaladadeportivabaja.net y actualmente Licenciado en Derecho Egresado de la Universidad de Tijuana CUT, Campus Altamira (16/12/2017).