Por Bernardo S. Cisneros Medina
Fiel a su costumbre Andrés Manuel López Obrador, faltó su palabra de no seguir culpando a sus antecesores de todo lo sucedido, al llamar al expresidente, Felipe Calderón Hinojosa “Comandante Borolas”, pues aseguró que, a su acérrimo rival político en el 2006, le quedó grande el chaleco de militar que utilizó cuando en el 2007 el político michoacano les declaró la guerra a los narcotraficantes en un acto que tuvo lugar en Apatzingán, Michoacán.
Con demencia senil, con poco tacto político y con una insaciable sed de venganza en contra de quien lo venció en las urnas en el 2006, López Obrador, fue más allá y acusó a Calderón Hinojosa, “de tirar un garrotazo a lo tonto al avispero”.
La postura que asume el político tabasqueño, en torno a ser el émulo perfecto de la famosa “Chimoltrufia”, en virtud de que hoy dice una cosa y mañana dice otra es la constante desde que el pasado 1° de diciembre del 2018 del también llamado gobierno de la Cuarta Transformación, asumió el poder.
Quejarse en contra de sus antecesores de culparlos de todos los males habidos y por haber en México, también es parte del trillado discurso que utiliza AMLO en sus largas conferencias de prensa mañaneras en Palacio Nacional, en donde tiro por viaje califica de conservadores a sus antagonistas políticos (Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quezada, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto) y a todo aquel mexicano que esté en contra de sus ideas y maneras de pensar.
A penas en la “Mañanera” del 22 de agosto, López Obrador, prácticamente juró y perjuró que no volvería a seguir culpando a sus antecesores de todo lo sucedido, pero recalco no pasaron ni veinticuatro horas de su falsa promesa, cuando de nueva cuenta cayó en el mismo error, lo que demuestra que nuestro Señor Presidente no tiene palabra y que es más falso que un billete de cien pesos.
Fisuras en el gabinetazo de AMLO:
Por otra parte, derivado de la imparable ola de violencia que mantiene a México en un constante baño de sangre, sin que haya poder humano, mucho menos gobierno federal, ni estrategia que la frene, el presidente de México, también advirtió que no negociará con el crimen organizado, todo derivado de las negociaciones que inició el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, quien por su propio peculio se reunió con grupos de autodefensas de Tamaulipas, Guerrero y Michoacán, sin tan siquiera informarles a los gobernadores de los citados Estados el fin de su “amable visita”.
“Visita” que generó una cauda de severas críticas en contra del propio Presidente de México, quien en la “Mañanera” del 22 de agosto también Palacio Nacional, quien con su pastosa y pausada voz, se deslindó de lo hecho por su flamante Subsecretario de Gobernación a quien dicho sea de paso le pidió que por ningún motivo se acercara a negociar con ningún grupo de autodefensas, a la vez que le solicitó que se apegara a la Constitución.
El “involuntario error” del voluntarioso Ricardo Peralta, que deja en claro las fisuras que hay en el gabinetazo Lópezobradorista, dentro de la Secretaría de Gobernación, donde manda, Olga Sánchez Cordero, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en retiro, quien aceptó que se iniciaron pláticas con grupos armados con el ánimo de pacificar al país, pero Doña Olguita, no precisó con qué grupos armados negociaba, dejando la víbora chillando.
Fuego amigo que de inmediato como bombero, tuvo que sofocar el propio Andrés Manuel López Obrador, quien de inmediato sentenció que con los integrantes del crimen organizado su gobierno no negociará, ni mucho menos jugará con ellos a las canicas, “pues no puede haber grupos ilegales haciendo función de seguridad pública”.
El autor de esta columna es Licenciado en Derecho egresado de la Universidad de Tijuana CUT, Campus Altamira, es periodista desde hace 35 años y es Director del portal de internet www.ensaladadeportivabaja.net